El cielo del sol mecido
Sinópsis:Oigo voces de vez en cuando. Tratando unas de hacerse oír entre el griterío general y sin poder desprenderse del mimetismo que las hace análogas al ruido del tumulto; otras, parecen destacarse; incluso es posible distinguir alguna palabra nítida; una, dos a lo sumo, no más, y luego vuelven a su ser común. Otras voces, por fin, sobresalen potentes, silenciando alborotos y rumores, megafónicamente, distinguibles, ajenas ya del todo a la algarabía. Cuando Quevedo bajó a los infiernos en Los sueños vio a los poetas encerrados en jaulas: «hasta cien mil dellos», dice don Francisco que vio, chillando y reclamando su lugar en el Parnaso. Hoy no es muy distinta la cosa, y, pese a que la poesía española ha salido del coma postbélico durante los últimos treinta y cinco años, sigue habiendo una multitud de sordos chillones y tumultuosos reclamando un sitio y se arrojan para ello a la fuerza de las corrientes dejándose llevar por la inercia de las torrentes modales. Una cosa he de añadir, y es que, si la poesía española se ha sobrepuesto a su agonía, la aragonesa, en este tiempo, ha nacido con vigor inusitado y con una vitalidad de la que sin duda dejará huella en el inmediato y en el medio futuro. Ricardo Díez Pellejero nació en Bilbao, pero es, por asiduidad vivencial y porque así se lo otorga el Fuero, ciudadano aragonés¸ más aún: su obra ha de contextualizarse en este territorio y, por consiguiente, tiene la adherencia de su pátina vital y ambiental. No quiero con ello endilgarle ningún rasgo característico, sino todo lo contrario, constatar su diferencia, su rechazo a la inercia, algo que no es consustancial ni mucho menos a los ―salvo pocas excepciones― epónimos andaluces, asturianos, valencianos o madrileños, casi todos maquillados en el tocador de los, a su vez, epónimos de los relicarios del cincuenta y aun de otros anteriores que no citan, queriéndonos colar de rondón la presunción de nuestra ignorancia.
Biografía Ricardo Díez Pellejero
Ricardo Díez, hijo de padres Burgaleses, nació en Bilbao en el año de 1971. A la edad de 13 años se trasladó con su familia a Zaragoza, ciudad en la que vive, a pesar de haber trabajado y residido en otras poblaciones (Castejón de Ebro, Marcilla, Madrid, Sitges, etc.) Sus primeros poemas los recitó en el zaragozano Instituto Goya, donde se graduó como Bachiller. En esa época conoció a Chusé Izuel, quien fue, junto con su hermano Oskar Díez (músico, pintor, filósofo y profesor de historia,) su primer guía en el camino de las letras. Allí entabló amistad con otros jóvenes poetas, algunos de los cuales conformaron los nombres que poblaron el “Archipiélago de voces” ( Sergio Algora, Katia Aznar, Carmen Florentín, Carlos Granada, Jesús Jiménez Domínguez, Manuel Ángel de Lario, Susana Rodríguez y el propio Ricardo Díez) que publicó en 1991 la universidad de Zaragoza y que Tua Blesa prologara. En este camino de conocerse a sí mismo mejor y de avanzar a través de las sendas de la poesía, sin duda, es deudo de las conversaciones con el estudioso Javier Ruiz Urpegui, las noches infinitas con el músico Roberto García Algárate, la rebeldía de Ángel Guinda, la sutileza y el guiño de Alfredo Saldaña o el respaldo sereno de José Luís Rodriguez García. Tras abandonar sus estudios de Física en Zaragoza, obtuvo el título de Capataz Agrícola, primero, y de técnico de grado superior en industrias agroalimentarias, profesión que ejerció brevemente antes de retornar a Zaragoza, donde vivió sus años más bohemios. Tras trabajar de peón montador de andamios, camarero, mozo de mudanzas, instalador de equipos de transmisión, etc., decide no dedicar su intelecto a otro fin que la creación, dedicando su cuerpo a trabajar como peón en una fábrica. Son años convulsos en los que conecta con otros creadores, experimenta, al tiempo que padece largas jornadas de carga continuada de sacos, con los que, cual Sísifo, va llenando indefinidamente tolvas que nunca sacian su hambre con productos abrasivos (con los que termina por quemar sus ojos) o recoge pastillas de cloro de un infinita cinta transportadora. Tras algo más de tres años de trabajo, abandona la fábrica el día en que le presentan delante un contrato indefinido, día en el que se ve a sí mismo amarrado a la esclavitud de la producción en cadena de por vida. Regresa entonces a la casa familiar en busca de apoyo y cursa estudios de ingeniería técnica industrial, especialidad Electrónica Industrial. Sin embargo, no sobrado de recursos económicos, pronto vuelve a trabajar como técnico de mantenimiento para Alcatel, mientras que finaliza sus estudios universitarios, estudios que completa. Desde ese tiempo hasta el presente ha sido socio fundador de Arainstall (Aragonesa de de Instalaciones y Servicios de Telecomunicación) y ha evolucionado como ingeniero en el ámbito de las telecomunicaciones, como especialista en comunicaciones ferroviarias, para la empresa INECO-TISA, al tiempo que ha seguido con la acción a la que le invitan su alma y su conciencia: la poesía. Ha lo largo de su trayectoria ha realizado recitales en España y ha tenido la oportunidad de leer su obra, durantes sus viajes, en lugares como Serbia o EE.UU. Hasta la fecha, ha publicado tres obras: la selección de poemas de diversos cuadernos titulada “Stromboli”, en 1999, con la editorial Braulio Casares, colección Drume Negrita, posteriormente el cuaderno de poesía “El Viajero en la Tormenta”, 2001, con Lola Editorial, colección Libros de Berna y, por último, el poema “El Cielo del Sol Mecido”, 2007, Editorial Olifante. Participó en la Expo Zaragoza 2008 como poeta de la ciudad, representando al Barrio de Torrero-La Paz, representación compartida con Carlos González “Bozalongo” y es fundador del Colectivo Espoleta, movimiento que pretende catalizar la ilusión y fuerza de los poetas aragoneses para llevar la acción poética a las periferias. Con el Colectivo ha organizado recitales y “poetifiestas” en Barrios zaragozanos como el de Torrero o la Almozara, así como en poblaciones como Graus. Ha realizado lecturas callejeras en Zaragoza o en pueblos como el Pueyo de Marguillén.